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ojo.
Rob le dio las gracias, aunque sus pensamientos estaban en otro sitio Cuanto más se
aproximaban a Londres, más explícitas se tornaban sus expectativas. Acamparon en las
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tierras de una granja de Reading, a solo un día de viaje de la ciudad que lo vio nacer. Se
pasó la noche en vela tratando de decidir a cual de sus hermanos vería primero.
Al día siguiente, comenzó a descubrir hitos que recordaba: un robledal una roca muy
grande, un cruce de caminos cercano a la colina en la que el Barber habían acampado
aquella primera noche. Cada una de estas marca hizo palpitar su corazón y hormiguear su
sangre. Por la tarde se separaron de la caravana, en Southwark, donde el mercader debía
ocuparse de sus negocios. Southwark tenía muchas más cosas de las que había visto la
ultima vez que estuvo allí. Desde el talud observaron los nuevos depósitos que estaba
levantando en la ribera pantanosa, cerca de la antigua grada del trasbordador, y en el río,
muchos barcos extranjeros llenaban los amarraderos.
Barber guió a Incitatus a través del Puente de Londres, por un carril para trafico. Al otro
lado había una multitud de personas y animales, tan congestionada que no pudieron girar
el carromato hacia la Calle del Támesis y se vieron obligados a seguir recto, para torcer a la
izquierda por la calle de la Iglesia Francesa, cruzando el Walbrook y traqueteando luego por
los adoquines hasta Cheapside. Rob no podía estarse quieto, pues los viejos barrios de
casitas de madera deterioradas por el paso del tiempo no parecían haber cambiado.
Barber hizo torcer al caballo a la derecha en Aldersgate, y luego a la izquierda por Newgate;
la incógnita de Rob acerca de sus hermanos quedó resuelta, pues la panadería estaba en
esa calle, Newgate, de modo que la primera a quien visitaría sería Anne Mary.
Recordó la casa estrecha con la panadería en la planta baja, y miró ansiosamente de un
lado a otro hasta que la divisó.
 ¡Aquí, para!  gritó a Barber, y se deslizó del pescante sin dar tiempo a Incitatus a
detenerse.
Pero cuando cruzó la calle notó que la tienda correspondía a un abastecedor de buques.
Desconcertado, abrió la puerta y entró. Un pelirrojo que estaba sentado detrás del
mostrador levantó la vista al oír el sonido de la campanilla que colgaba de la puerta.
 ¿Que pasó con la panadería?
El hombre se encogió de hombros detrás de una pila de cabos pulcramente enrollados.
 ¿Los Haverhill todavía viven arriba?
 No, ahí vivo yo. He oído decir que antes había unos panaderos.
Pero, según explicó, la tienda estaba vacía cuando compró todo dos años atrás a Durman
Monk, que vivía calle abajo.
Rob dejó a Barber esperando en el carro y buscó a Durman Monk, quien resultó ser un
anciano solitario, encantado con la oportunidad de charlar, en una casa llena de gatos.
 De modo que tu eres hermano de la pequeña Anne Mary. La recuerdo; era una gatita
dulce y amable. Conocí muy bien a los Haverhill y los consideraba excelentes vecinos. Se
han trasladado a Salisbury  dijo el viejo, en tanto acariciaba a un gato atigrado de mirada
salvaje.
Se le hizo un nudo en el estómago cuando entró en la casa del gremio, que correspondía a
su memoria hasta en los últimos detalles, incluido el pedazo de argamasa que faltaba en la
pared de zarzo revocado de encima de la puerta. Había unos pocos carpinteros bebiendo,
pero Rob no vio ninguna cara conocida.
 ¿No está Bukerel aquí?
Uno de los carpinteros dejó su jarra de cerveza.
 ¿Quien? ¿Richard Bukerel?
 Si, Richard Bukerel.
 Falleció hace ahora dos años.
Rob sintió algo más que un retortijón, porque Bukerel había sido bondadoso con él.
 ¿Quién es ahora jefe carpintero?
 Luard  respondió el hombre lacónicamente . ¡Tu!  gritó a un aprendiz . Ve a buscar a
Luard y dile que lo busca un mozuelo.
Luard salió del fondo de la sala; era un hombre fornido y de cara arrugada, algo joven para
ser jefe carpintero. Asintió sin sorprenderse cuando Rob le pidió por el paradero de un
miembro de la Corporación.
Le llevó unos minutos volver las páginas apergaminadas de un voluminoso libro mayor.
 Aquí está  dijo por último y sacudió la cabeza . Tengo una inscripción vencida de un
carpintero subalterno llamado Aylwyn, pero no hay ninguna anotación desde hace unos
años.
Entre los presentes en la sala de reuniones nadie conocía a Aylwyn ni sabía por que ya no
estaba en la nómina.
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 Los cofrades se mudan, y con frecuencia se apuntan en el gremio del lugar  Comentó
Luard.
 ¿Qué ha sido de Turner Horne? inquirió Rob.
 ¿El maestro carpintero? Sigue allí, en la misma casa de siempre.
Rob suspiró aliviado; en cualquier caso, vería a Samuel. Uno de los que estaban por allí se
levantó, llevo aparte a Luard y cuchichearon.
Luard carraspeó.
 Turner Horne es capataz de una cuadrilla que está construyendo una casa en Edred's
Hithe  le dijo . Cole, te sugiero que vayas directamente allí a hablar con él.
Rob paseó la mirada de uno a otro.
 No conozco Edred's Hithe.
 Es un sector nuevo. ¿Conoces Queen's Hithe, el viejo puente romano junto al murallón?
Rob asintió.
 Ve hasta Queen's Hithe. Una vez ahí, cualquiera te orientará para que llegues a Edred's
Hithe  dijo Luard.
Muy cerca del murallón estaban los inevitables depósitos y más allá la calles con casas en
las que vivía la gente corriente del puerto, fabricantes de velas, avíos y cordajes para
embarcaciones, barqueros, estibadores, gabarreros y constructores de barcas. Queen's
Hithe estaba densamente poblada tenía una buena proporción de tabernas.
En una fonda maloliente. Rob recibió instrucciones para llegar a Edred Hithe. Era un nuevo
barrio que comenzaba en el límite del viejo, y encontró a Turner Lorne levantando una
vivienda en una parcela de terreno pantanoso.
Horne bajó del tejado cuando lo llamaron, disgustado porque habían interrumpido su
trabajo. Rob lo recordó en cuanto lo vio. El hombre se había vuelto coloradote y su pelo
raleaba.
 Soy el hermano de Samuel, maestro Horne  dijo Rob . Rob J. Col
 Así sea. Pero ¡cuanto has crecido!
Rob vio aflorar la pena en sus ojos honrados.
 Ha estado con nosotros menos de un año  explicó Lorne, sencillamente . Era un chico
prometedor. La señora Horne estaba muy apegada a él. Siempre les decíamos que no
jugaran en los muelles. A más de un adulto le costado la vida estar entre los vagones de
carga cuando retroceden juntos cuatro caballos. Tanto peor para un niño de nueve años.
 Ocho.  Horne lo observó inquisitivamente . Si ocurrió un año después de que vosotros
le recogierais  aclaró Rob. Tenía los labios estirados y sus gestos no parecían querer
moverse, dificultándole el habla . Dos años menor que yo.
 Tu debes saberlo mejor  apostilló Horne con tono amable . Esta enterrado en San
Botolph, en el fondo y a la derecha del camposanto. Nos dijeron que en ese lugar descansa
tu padre.  Hizo una pausa . En cuanto a las herramientas de tu padre  agregó
torpemente , una de las sierras se ha partido, pero los martillos siguen en buen estado.
Puedes llevártelos.
Rob meneó la cabeza.
 Guárdalos tú, por favor. En memoria de Samuel.
Acamparon en una pradera cercana a Bishopsgate, próxima a las tierras húmedas del
ángulo noreste de la ciudad. Al día siguiente Rob huyo del rebaño que pastaba y de las
condolencias de Barber. A primera hora de la mañana estaba en su vieja calle recordando a
los niños, hasta que salió una desconocida de la casa de la madre y echó agua de colada
junto a la puerta.
Deambuló hasta encontrarse en Westminster, donde las casas a la vera del río eran cada vez
menos frecuentes. Luego, los campos y prados del gran Monasterio se convertían en una [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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